Se dice de Picasso, que no quiso ir a la escuela porque odiaba las matemáticas, lo único que le gustaba de estas, era la manera en como el profesor dibujaba los números, empero su padre le obligó a asistir, no fue un estudiante brillante, como muchos genios que desarrollaron aversión hacia la educación tradicional; su espíritu libre y su perseverancia más el talento innato por la pintura, se impusieron sobre los convencionalismos de su época.
Potenciales músicos, escritores, deportistas, escultores, pintores, etc…; a temprana edad son devorados por el tradicionalismo y arrojados a transitar un sendero, muchas veces incompatible con sus naturalezas artísticas, literarias o deportivas; de no seguirse este, provocará decepción en el ámbito familiar y conductas desaprobatorias en el seno de la sociedad.
Cuando la doctrina del prejuicio, y la apariencia deje de gobernar nuestras vidas, tendremos representantes excelsos en todas las manifestaciones culturales que trasciendan nuestras fronteras. Rousseau decía, en la pedagogía.- “El niño no debe hacer nada por obediencia… Las palabras de obedecer y mandar serán proscritas de su diccionario, todavía más que las de deber y obligación…Solamente se controlara el progreso natural de sus facultades.”