A quienes, pese a haber vivido cerca de diferentes dirigentes políticos, durante varios años, sin haber pertenecido nunca a ningún grupo, nos admira la rapidez con que varios de ellos se cambian de “camiseta”, por simplemente encontrar mejores prebendas en la tienda a la que “supuestamente” habían combatido o al menos demostrado incompatibilidad.
Un viejo amigo repetía siempre que “la política es asunto de oportunidades y no de convicciones” y los hechos que se van dando prueban lo aseverado. Como decía José Ingenieros, para muchos: “no importa que se pierda la dignidad por el apetito de honores”.
¿Dónde están los convencidos de la revolución? ; ¿Dónde los admiradores “hasta la muerte” del ex presidente? ; ¿Dónde los seguidores del socialismo del siglo XXI? Increíblemente, casi todos al “otro lado” porque ahora, ahí está la “comida”, pese a que muchos ya están llenos.
La pregunta del millón: quienes han cambiado de posición política, han sido comprados con un “plato de lentejas”, como en la Biblia; o, alternativamente, se han convencido de que estaban siendo engañados y tratan de solidarizarse con el nuevo orden, pensando en que sus dirigentes deben llenar siempre de orgullo a todos, para que la miseria de las actuaciones de algunos, no les llene de vergüenza a sus propios compañeros, porque si algo necesitamos las personas, es respeto a la sociedad en la que vivimos.
Vale recordar, este momento, una parte de una poesía de Sor Juana Inés de la Cruz, cuando interrogaba al mundo: “quien peca más, la que peca por la paga o el que paga por pecar”.