La ausencia de la mayoría de cancilleres a la cita de Cochabamba, -convocada por la Alba chavista-, demuestra que este bloque ideológico murió prematuramente con su creador.
Nuestra Cancillería da otro mal paso, y pierde nuestro tiempo y dinero, liderando el mal ejemplo del asalto a la CIDH. La comunidad internacional ve detrás de este interés la piedra en el zapato que le resultan los organismos de derechos humanos al proyecto totalitario bolivariano.
Los demás gobiernos de la región saben que ese disparo les saldría por la culata, pues cualquiera de las reformas radicales sugeridas precisa mayoría absoluta. Es obvio que el desesperado interés de la Alba radica en dejar sin dientes a la relatoría de Libertad de Expresión, que al dejar de ser “especial” les daría patente de corso, para terminar con la prensa independiente en sus respectivos países.