El terremoto del 16 de abril cambió la vida de los manabitas drásticamente. En Manta el motor de la economía era su parroquia Tarqui, cuyos negocios destruidos paralizó casi en su totalidad la actividad económica de esta ciudad.
En Portoviejo, la mayoría de los negocios que movían a este cantón estaban concentrados en la zona 0 y hoy el esfuerzo de los portovejenses, como todo el resto de cantones, se hace presente.
En Bahía, Jama, Canoa y Pedernales el turismo quedó en ruinas y solo sus hermosas playas son mudos testigos de lo que fue y son ahora estos balnearios. Ahora todo es diferente, la reconstrucción, la economía y el turismo están sujetos a lo que el gobierno decida.
La gente sigue sufriendo porque no le llega la ayuda, han pasado más de 3 meses y no se terminan las demoliciones, las ciudades como Manta y Portoviejo, son un caos porque los comerciantes afectados se han tomado las vías para instalar sus negocios porque quien sabe cuándo podrán retornar a sus lugares de trabajo.
Los municipios y prefectura es poco lo que hacen porque no cuentan con los recursos suficientes. El comité de emergencia y reconstrucción de Manabí debió haberse conformado con autoridades y líderes de esta provincia y por sus gobernantes.