Parábola de los periodistas

Juan Sin Cielo camina por las calles de la ciudad, con varios periódicos en sus manos, los lee, su asombro es inevitable, han dejado de ser veraces y objetivos, se han acomodado a la necesidad comercial. El morbo, la farándula y las hazañas deportivas se han adueñado de las primeras planas. Y cuando alguien se atreve a decir algo, inmediatamente es callado con la amenaza de un juicio por injurias. Los periodistas están amordazados, la libertad de expresión está cautiva, nadie dice lo que cree. Juan Sin Cielo arroja los periódicos al suelo y los pisotea, con su mirada en el horizonte, se va a buscar a alguien, que quiera ser su discípulo, él le enseñará a pensar por sí mismo y a decir la verdad con responsabilidad. "Cuando alguien me dice lo que debo decir y escoge por mí lo que debo ser, entonces he perdido la libertad y mi capacidad para ser yo mismo".

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