Todo cambia, nada es estático pero los valores; principios y demás normas de conducta, significan el grado de civilización que nos ha permitido vivir como seres racionales, por lo tanto serán para hoy y para siempre en la China o en Taisha, los parámetros de buena convivencia, igualdad y respeto.
Cuando se habla de pueblos salvajes y de pueblos civilizados se cree que se está remitiendo a la época de la antigüedad o a los pueblos caníbales, sin embargo -en pleno siglo XXI- donde la ciencia y la tecnología ha llegado a casi todos los confines de la tierra, viviendo en pleno desarrollo de las TIC y el conocimiento, el hombre actúa como que jamás fue sujeto a la transformación del ser natural (primitivo) al hombre civilizado y sabio. Décadas atrás, la palabra era muy respetada por nuestros abuelos y padres, se hablaba de la palabra de honor.
Compraban, vendían, convenían y la palabra dada era ley sin necesidad de quishcas o contratos escritos llenos de leguleyadas, nadie se atrevía a quebrantarla, ni levantar las cenizas de sus antepasados.
Ahora la gente se ha materializado tanto que ha llegado al extremo de perder el horizonte de la honorabilidad, la ética, la moral, cayendo en la sinvergüencería para hacer actos de mala fe, porque su mente corroída por el vil dinero les hace pensar y decir con desparpajo que cuando hay intereses de por medio, “al diablo la ética, la moral, la honra” y optan por una posición cínica de perjudicar a sus familiares, amigos o vecinos, suelen justificarse difamando a las víctimas, envalentonándose de sus malas acciones y no les importa perjudicar a quien sea.
o se dan cuenta que a la hora de morir lo único que el ser humano se lleva son sus carnes y huesos que se harán polvo. En fin, “Nadie sabe para quién trabaja”, pero sí sabemos que: “Lo mal adquirido el diablo se lleva”.