Desde que nacemos hasta después de muertos […], no descansamos los ecuatorianos en malgastar nuestro tiempo, en papeleos ‘por quítame allá esas pajas’ y lo peor de todo, en lidiar con una burocracia recalcitrante, vaga y corrupta, sin embargo de que en los actuales tiempos está bien remunerada, le importa un comino, el dar buena atención al público, a pesar de los ingentes recursos entregados por este Gobierno.
La burocracia ha crecido en forma preocupante y con ello la maraña y enredo de los trámites, al extremo que he perdido la cuenta de cuántos ministerios existen actualmente y cuál es la función de cada uno de ellos y claro, no hay presupuesto que les alcance, porque se han malacostumbrado al dispendio del dinero fácil y por el cual no tienen que hacer ningún esfuerzo personal, despilfarrando las pocas o muchas rentas que pagamos.
Niccolo Maquiavelo, con su acostumbrada sapiencia, decía: ‘El ministro debe morir más rico de buena fama y de benevolencia que de bienes’, pero acá pasa lo contrario.