Ecuador es un país extraordinario. Lleno de contrastes, de belleza y orden, de logros y fracasos, de bueno y malo por supuesto. Lo bueno, superlativo, es la naturaleza, lo malo en altísimo porcentaje es la gente (con excepciones).
Los ciudadanos no despegan, son limitados, incultos, dóciles, acostumbrados, resentidos. No hay comunicación (ni en las familias, grupo que, a propósito, ha bajado ostensiblemente su valor dentro de la sociedad), no hay solidaridad, la creatividad no existe, el razonamiento peor.
Claro que entre otras cosas se debe, lo sabemos todos, a que no hay líderes. Verdaderos líderes que promuevan un cambio coherente. Lo que sí hay y cada día crece más es la delincuencia. ¡Qué pena!, Ecuador es un país maravilloso, lo malo que tiene, con excepciones… somos nosotros.