Llegó en puntillas a Guayaquil en avión de millonario colándose por alguna puerta discreta hasta que pase el round de estudio, pero al ver la flojera del rival se envalentonó y empezó a reeditar sus pasadas campañas insultando a todo el mundo incluido al Presidente. No le fue bien, tanto que en Esmeraldas –sitio de la publicitada convención que resultó ilegal- nadie le quiso prestar el cuarto. En Ibarra hicieron mofa de su Honoris causa y salió protegido por un regimiento sin dar el discurso. Donde sí tuvo eco fue en Quito donde estaba el boxeador flojo que le permitió hasta abrazar al compinche, darles un ‘estate quieto’ a los jueces que le deben mucho y lógicamente a Mangas –ex secretario del Presidente- que salió con su domingo 7 contando lo que todo el mundo sabía en cuanto al fraude, contrapeso a la Comisión Anticorrupción y otras artimañas que no impactan ya al pueblo.
Habrá dicho para su capote: “algo les he de ir haciendo: más lo que molesto a mis amigos poderosos y me gasto los ‘ahorros’ de toda una década”.