En Santiago de Chile, una marcha estudiantil que pedía cambios en el sistema educativo, terminó con incidentes, y pocos desadaptados -que no respetan la ley de cultos- saquearon una iglesia católica que incluyó la destrucción de una figura de Jesús crucificado.
Las autoridades y la Policía Judicial chilenas están investigando para dar con los responsables y ponerles a órdenes de la justicia penal, para su juzgamiento y sanción punitiva por el delito cometido.
En el Ecuador, si las autoridades procedieren igual que en Chile frente a un caso delictivo de desadaptados, sería “criminalizar la protesta social” como les gusta calificar a ciertos opositores al gobierno de la Revolución Ciudadana que lidera el presidente Rafael Correa Delgado. Los violentos y desadaptados -en cualquier parte del mundo- deben ser sancionados con todo el rigor de la ley; con firmeza y con mucha valentía.