He leído con muchísima sorpresa las expresiones del Sr. Maduro, presidente de Venezuela. Llama la atención que quien ocupa la presidencia de un país, que luego de haber hecho gala de invitar a la oposición a que acepte los resultados de las elecciones, salga con un estentóreo grito populista a decir que si gana la oposición, no entregará la revolución y la defenderá como sea.
Lo menos que se puede decir es incoherencia en estas dos posiciones opuestas, propias de una mente carente de solidez y afiebrada por “convicciones” nacidas de la nada, del vacío. Las convicciones, generalmente deben ser producto de reflexiones propias, consecuencia de lecturas y análisis, y cuando así se producen, dejan siempre la apertura para el ejercicio mental del análisis de las situaciones reales y de las tesis contrarias. Peligra la vigencia de las convicciones cuando las mismas se sepultan bajo la tonelada de dogmas y doctrinas anquilosadas en las mentes que las ostentan.
Sin embargo, en personas que han hecho gala de desconocimiento hasta de las más elementales normas del idioma, no se puede vislumbrar un proceso de convicción en el camino normal, el del análisis. Es evidente que sus convicciones fueron inducidas por alguien o fueron copiadas con total descaro. Estas manifestaciones, distan mucho de las que puedan ser emitidas por un verdadero demócrata. No sé qué dirán ahora quienes defendían la calidad de demócrata del Sr. Maduro, pero lo cierto es que este se quitó una máscara endeble, frágil, que se sostenía más en sus defensores que en las inexistentes características políticas del Sr. Maduro.
Inefable significa que no puede ser dicho, explicado o descrito con palabras, generalmente por tener cualidades excelsas o por ser muy sutil o difuso. Para calificar al Sr. Maduro me quedo solamente en la parte que dice “que no puede ser dicho, explicado o descrito con palabras”.