Hasta inicios de la década de los 50 del siglo pasado, Irlanda era uno de los países más pobres de Europa. Era el costo de las políticas proteccionistas que se habían aplicado desde los años 30. En los 50, el país celta decidió romper esquemas y transitar hacia nuevos modelos de desarrollo. Uno de los cambios más significativos fue modificar la política tributaria hacia las empresas. Entre 1954 y 1980 el impuesto a la renta a las empresas manufactureras fue reducido al 0%. El objetivo de esta política tributaria era atraer inversión extranjera. Cuando esta comenzó a llegar, se subió el impuesto al 10%. Para las empresas que se crearon desde 2003 el impuesto se elevó ligeramente al 12.5%. Resultados: en el lustro 2000-2004, Irlanda recibió tanta inversión extranjera como Brasil, a pesar de que el país sudamericano es significativamente más grande.
Por supuesto, reducir impuestos fue parte de una estrategia amplia de desarrollo. Desde 1966 Irlanda rompió el proteccionismo económico. En 1966 firmaron el Anglo-Irish Free Trade Agreement y en 1973 ingresaron a la entonces Comunidad Económica Europea. Hoy es uno de los países que forman parte del Sistema Monetario Europeo.
Más interesante todavía, es destacar que Irlanda en el Índice de Desarrollo Humano del 2015 ocupó el octavo lugar en el mundo. En el mismo 2015, Ecuador ocupó el puesto número 89. Estos hechos demuestran que estamos haciendo mal las cosas. Sería deseable que debatamos respecto al modelo irlandés.