La grandeza y el olvido están separados por una línea tenue; todo aquello que genera pasiones en las masas, es proclive a endiozarse o satanizarse, apreciaciones naturalmente reñidas con la objetividad, la culturalidad y la mesura. La selección de fútbol, depositaria de nuestra esperanza, que enarbola nuestro sentimiento patriótico en los mundiales de fútbol, es probable que este ausente en Rusia 2018. Un partido de fútbol es como una obra de teatro; con respecto al último partido de nuestra tricolor, los once actores colombianos estuvieron brillantes, no así los ecuatorianos; la estrategia de los primeros, rayó la perfección, lo que ocasionó ansiedad e impotencia en los nuestros y por consiguiente mal rendimiento. David Hume decía: “La razón es y solo puede ser esclava de las pasiones”, partiendo de este sofisma podemos comprender el por qué tanto el director técnico como los jugadores han sido objeto de sarcasmos de mal gusto, hasta burdas expresiones xenofóbicas, inaceptables en lo absoluto, se han esgrimido muchos criterios como falta de entrega, poco amor a la camiseta, entereza, etc…; Matías Oyola, Luis Caicedo, Esteban Dreer… me pregunto… ¿Acaso no les seduce la idea de jugar su primer mundial de fútbol?