En lo que en España se llamaría chulería, el jefe de Estado manifestó hace pocas semanas que su gobierno estaba preparado para operar sin problemas con un petróleo de 20 dólares por barril, gracias al inteligente manejo de la economía.
Pero la realidad es diametralmente distinta: Inclusive con un barril de 50 dólares, el déficit no financiado del presupuesto central podría estar en alrededor de 8.000 millones de dólares y el mismo personaje ha tenido que reconocer que el año 2015 será un año difícil y que el 2016 tampoco anuncia resultados muy diferentes. Y es que “la propensión al gasto”, como llaman los economistas, ha sido tan brutal en estos 8 años y medio de gobierno, que el cambio de comportamiento resulta muy cuesta arriba. Más allá de que no se advierte un verdadero deseo de eliminar egresos que no contribuyen al desarrollo del país. Al contrario, la explosión burocrática lo dificultan por la maraña de trámites autorizaciones, informes y requisitos que crea la burocracia para justificarse a sí misma.
A un gerente de empresa que ante una feroz contracción de sus ventas no hubiese cortado en la misma proporción los gastos no indispensables, ya lo habrían despedido y habrían designado otro ejecutivo que tome conciencia de la situación y ajuste la empresa a la nueva realidad. No se propone que en el campo político se actúe de la misma manera, pero solamente eliminando ministerios y secretarías cuyas funciones se superponen o no son necesarias, ejércitos de asesores y subsecretarios, y haciendo lo mismo con los batallones de guardaespaldas, vehículos y otros aparatos de seguridad superfluos, se podrían ahorrar voluminosos recursos y se daría un mensaje de austeridad a la ciudadanía.