Por provenir de un demócrata a carta cabal, me ha inquietado la opinión expresada por el Dr. Rodrigo Borja en su último artículo editorial titulado “Los ‘hieleros’ del Chimborazo”, en el cual concluye, después de tomar distancia con respecto a los “exégetas del racismo”, que “cada una de las diferentes etnias del animal racional tiene sus propias capacidades y poderes”.
Esta forma de pensar no es nueva y fue desechada por inconsistente al término del Proyecto Genoma, uno de cuyos principales méritos fue haber probado que las llamadas “razas humanas” o etnias carecen de diferencias genéticas y únicamente difieren por disparidades del fenotipo determinadas por la expresión de distintos alelos de idénticos genes, merced a que aspectos tales como la piel rica en melanina protege mejor de las radiaciones ultravioletas, más intensas en los trópicos. Es decir que las “capacidades y poderes” están por igual diseminados en todas las poblaciones.
El hecho de que no se hayan manifestado con la misma frecuencia en todos los grupos étnicos no se explica por razones genéticas sino sociales, se debe a la discriminación y explotación que han padecido unos en beneficio de otros.
Así como hay muy buenos deportistas entre los “negros”, los hay científicos y políticos de enorme relevancia (el conductor de la renovada serie “Cosmos”, o Barack Obama o Nelson Mandela). Así como hay “indígenas hieleros”, también los hay presidentes, como Evo Morales, y ganadores de un Nobel, como Rigoberta Menchú. El último “hielero” no es “hielero” por ser “indio” sino porque ese ha sido el oficio que estuvo a su alcance y le gustó, de la misma manera que el Dr. Rodrigo Borja no ha sido político por ser “blanco”.