Mientras miraba la televisión, con asombro, observó los ataques de un bando, mientras el otro bando se defendía. No supo qué hacer, mirar el descuartizamiento de la honra o apagar el televisor, para no contaminarse con tanta injuria. Aquello perturbó por un momento al pequeño cóndor.
A él no le interesaban las pugnas de poder, la construcción de enemigos, el posicionamiento de una sola ideología. Mientras intentaba alzar el vuelo, se dijo así mismo: -Estos humanos, no saben vivir en armonía, no saben respetar el criterio ajeno, no saben escuchar a las voces disidentes, si supieran que las críticas nos hacen reflexionar, que necesitamos los unos de los otros, para mejorar.