Aparte de tráfico, las novenas, almuerzos, cenas, compras, pendientes de fin de año y prioridad del tiempo familiar… el tema ecológico se suma para mí al estrés de fines de diciembre. Este año sueño con algo distinto… ya que en Ecuador no se distingue la nieve para una Blanca Navidad como dice la famosa canción cantada por Bing Crosby, tengamos una Verde Navidad. La idea no es dejar de celebrar una fiesta tan divertida para los niños y adultos ni pasar por alto los aclamados regalos, pero sí ponerle en toque de conciencia sobre nuestro planeta y el momento en que estamos viviendo. La tierra nos pide cambios, sabemos que son viables, solo falta en muchos casos tener la voluntad y ponerlos en práctica. Algunas ideas: envolver los regalos en papel periódico pintado, hacer decoraciones con materiales reciclados, utilizar árbol y musgo artificial que se guarden con cuidado para usarse el siguiente año, usar platos, cubiertos y vasos reusables, llevar fundas reusables a las compras. Además podemos regalar cosas locales, preferiblemente compradas en ferias artesanales o marcas que las traten con comercio justo, apagar las lucecitas por la noche y de una vez el wifi o algún otro electrónico que pasa conectado, disfrutar de cada día evitando el tráfico, caminando, usando la bici, comiendo sano, reciclando e imprimiendo o escribiendo cartas y programas en los dos lados del papel. También podemos tener unas vacaciones en la naturaleza de nuestro país, comprar lo fresco en el mercado y nutrirnos de momentos de respirar, estar en silencio, rezar solos o acompañados. Aportemos a la paz en Navidad, regalemos un planeta saludable a nuestros hijos y una época enriquecedora a nosotros mismos.