En ‘Critón’, Sócrates es representado en una conversación con su amigo Critón, que había estado presente en el juicio, y que habían ofrecido ayudar a Sócrates mediante el pago de una multa, en caso de que esta hubiera sido impuesta en vez de la sentencia de muerte. Critón visita a Sócrates en su celda y le informa que el barco, cuya la llegada iba a ser la señal de su muerte en el día siguiente, llegaría pronto, y para instarlo a escapar, para lo cual ya había hecho preparativos.
Sócrates se compromete a seguir el consejo de Critón si, tras un completo examen de la cuestión, parece correcto hacerlo. En la conversación que se deriva, Sócrates sostiene que es un error devolver mal por mal; y que las obligaciones que un ciudadano le debe a su Estado son más vinculantes que las que un niño debe a sus padres o un esclavo a su amo y, por lo tanto, es su deber someterse a las leyes de Atenas sin importar el costo para sí mismo. Critón no tiene respuesta para refutar este argumento, y Sócrates decide someterse a la sentencia de muerte.
Será que el gobierno de la Revolución Ciudadana, enceguecido por el poder, ha leído demasiada filosofía clásica y espera que los ciudadanos sintamos el mismo compromiso con nuestro Estado y estemos dispuestos a someternos, sin importar las consecuencias, a las leyes que se dictan para acorazar el proyecto gobiernista y pisotear las libertades individuales y colectivas? O será, por el contrario, que a los líderes de Alianza Pays (así, con “y”) les hace falta leer un poco más sobre la libertad e independencia que promulgaron los clásicos y han sido la piedra angular de los avances de la civilización occidental?