La decisión de incrementar impuestos en un nuevo proyecto urgente da la medida de la necesidad de captar recursos para las arcas fiscales.
Hay un complicado panorama de menores ingresos para el fisco, que empezó en el año 2015 y que sigue impactando durante el presente ejercicio.
Las causas de esta modificación del mapa económico y la contracción que vive el país se encuentran en la caída de los precios del petróleo y la apreciación del dólar.
Una visión global sobre el contenido del paquete se podrá tener cuando se profundicen las explicaciones, tema por tema. La Asamblea cuenta con tan solo un mes para tratar este proyecto, y ojalá a esta limitación no se sume la falta de apertura a posiciones distintas, como ha sucedido con otros proyectos.
Sin embargo caben algunas puntualizaciones. Los gravámenes a las bebidas gaseosas y cervezas llegarán a amplios sectores y su impacto en la economía popular es innegable, más allá de las razonables explicaciones en lo atinente a la salud pública.
El impuesto a la telefonía para las empresas afectará a los negocios que dependen cada vez más de tecnologías de comunicación, cuyo estímulo en 2008 llevó al Gobierno -en su primera etapa- a eliminar este tributo.
La carga incidirá de modo negativo en la dinámica empresarial en un tiempo de suyo difícil.
También es de esperar un plan de recorte de gastos y austeridad fiscal de modo responsable, en esta época de vacas flacas.