Es sinceramente agradable que hayan elegido al nuevo Pontífice, y que sea por primera vez, de América y latinoamericano. Su nombre, Francisco, en honor de San Francisco de Asís, se entiende (pues hay también otros personajes místicos con ese nombre, como Fco. de Borja, Fco. de Paula, Fco. de Sales, Fco. Javier). De todos modos, se advierte en el nuevo Papa un espíritu de humildad, de fraternidad, de solidaridad, lo que ha sido privilegiado por la opinión pública mundial. Ojalá, este ejemplo sea acogido y sirva como paradigma para todos los habitantes del planeta, católicos o no, y de los gobernantes básicamente, quienes deberán dejar de lado indicios de exagerada vanidad o prepotencia, en sus funciones, que, por más largas que sean, son ciertamente temporales, como temporal es la existencia misma. La función de los gobernantes, de cualquier parte del mundo, es servir a sus compatriotas, crear condiciones para una vida mejor, y esta tarea, basada en la fraternidad y la humildad, es el mejor marco para adquirir óptimos frutos. El rey Salomón dijo: “Donde hay soberbia, allí habrá ignorancia, mas donde hay humildad, habrá sabiduría”.