La historia de los pueblos se perenniza en monumentos, edificios, escritos y en su gente. Testimonios que imprimen las raíces de una sociedad y le otorgan identidad.
El Centro Histórico de Quito, con su conformación urbana: plazas, calles y edificaciones constituyen nuestro mejor emblema. La ciudad moderna, en cambio, cuenta con referentes que expresan su época, como los barrios Larrea, Villa Flora, Mariscal; edificios como el Palacio Legislativo o el Hotel Quito, Y de la ciudad más reciente, muy, muy poco.
El edificio del estadio Olímpico Atahualpa, testimonio de logros deportivos, requiere de una renovación que responda a las nuevas necesidades no solo deportivas sino de la ciudad. Implica una responsabilidad con la memoria deportiva del país y la cultura que se está creando. El proyecto de remodelación que se pretende, carece de toda reflexión y significado. Además, no contribuye a mejorar su entorno; por el contrario aumentará la ya conflictiva zona. El resultado será contraproducente a la buena intención inicial. ¿Qué hacer? Un concurso público que persiga contar con nuevo símbolo, pero que comulgue con la ciudad, con una necesaria integración y de manera permanente (no solo cuando existen espectáculos). Debe ser el remate visual de la avenida más amplia de la ciudad, un referente, un ícono. Se puede hacer mejor.