Las circunstancias de la vida cotidiana a veces nos permiten reconocer hechos que muchas veces ignoramos, sea porque no nos afectan directamente o porque los hemos olvidado. Después de muchos años de utilizar el auto para todas las movilizaciones y como consecuencia de una desastrosa experiencia con un mecánico inescrupuloso y fanfarrón, que en vez de arreglar la caja automática de la transmisión de mi camioneta la terminó por arruinar completamente, he tenido que volver a tomar el transporte público para movilizarme en la ciudad y hacia los valles adyacentes, especialmente hacia el valle Equinoccial, en la zona de la Mitad del Mundo.
Son las horas pico las que demuestran que el transporte público es un desastre: Buses llenos de gente hasta en las gradas de acceso, empujones de toda clase a la entrada y salida de los buses, indolencia con los ancianos y con las madres que llevan niños en brazos y lo peor el excesivo ruido de la música basura: chichera, rocolera, regetonera y vallenata. A esto hay que añadir el exceso de velocidad de los buses y la competencia por recoger el mayor número de pasajeros. Luego la retahíla de vendedores ambulante que se suben a los buses a ofrecer y hasta obligar a los pasajeros a aceptar que reciban sus ofertas, apelando a un falso sentido de mala educación si no lo hacen.
La mayoría de estos vendedores ambulante ahora dicen ser venezolanos y apelan a la solidaridad para que le gente les compre sus productos, que en su mayoría son dañinos para la salud como dulces y fritos de toda clase.
Son los mercachifles del Siglo XXI que han generado los regímenes populistas y totalitarios del Socialismo del Siglo XXI. Se puede entender que la gente trate de “buscarse la vida” como sea, inclusive subiéndose a los buses para ofrecer sus productos, pero lo que no se puede aceptar es la exigencia extrema y la falta de respeto a la tranquilidad de los pasajeros. Pero lo peor de todo este drama del transporte público en Quito es el ruido ensordecedor de la música basura que ponen los conductores en sus buses.
Ahora que el Municipio de Quito está negociando con los transportistas el alza de las tarifas es cuando tiene que pasar una ordenanza que prohíba la música basura en los buses de Quito, para que podamos transportarnos en paz y con tranquilidad.
Este es el momento de corregir esta desafortunada y subdesarrollada mala costumbre, para reducir el exceso de ruido y la contaminación sensorial.