Negar la crisis

El 14 veces doctor hace maromas para negar la existencia de una crisis, pero acepta que atraviesa por una profunda recesión. Y para ello, recurre a un concepto del analista para América Latina de la revista The Economist, a la que él mismo califica de derecha.

Olvida el personaje que en más de una oportunidad ha despotricado contra ese medio, cuando algún artículo o comentario ha sido contrario a las políticas de su gobierno. Ha llegado a enviar mensajes por Twitter y ha pedido que miles de ciudadanos se adhieran a sus cuestionamientos.

La revista inglesa es buena cuando sirve a sus propósitos y capitalista despreciable cuando cuestiona su desempeño.Pero más allá de que se llame o no crisis, consecuencia del despilfarro y el crecimiento irresponsable del gasto y la elefantiasis del sector público, el ciudadano común siente en carne propia los efectos de la caída de la economía. Miles han perdido el empleo, los jóvenes no encuentran donde trabajar, los ingresos familiares se han reducido, las ventas de empresas y pequeños emprendimientos caen constantemente, resulta imposible seguir pagando la cuota mensual del vehículo y la hipoteca del departamento, hay que reducir la compra de alimentos o buscar substitutos menos costosos, eliminar las comidas en restaurantes.

Las advertencias de que la política económica de la RC era inconveniente e insostenible, nunca fueron escuchadas por las “mentes lúcidas”, la necesidad de ahorro fue denostada, se ha pretendido convencer que el mejor ahorro es la inversión en hidroeléctricas, carreteras, hospitales y escuelas, sin que se permita la comparación de costos y precios, para terminar con una caja fiscal vacía y enormes retrasos con los proveedores.

Ha recurrido al endeudamiento indiscriminado con intereses altísimos y dependencia innegable, a extraños contratos petroleros con anticipación de fondos y ahora a la venta de activos del Estado, cuando los posibles compradores conocen la angustia del vendedor y se aprovecharán de ella.

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