Necesitamos un Presidente sabio, justo y equilibrado; con principios y valores cristianos; humano, honesto, objetivo y bueno; que fomente la unión, paz, amor, progreso y bienestar; que trabaje para el bien común, pensando siempre en todos los ecuatorianos ricos y pobres; que no concentre poderes porque ‘El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente’. Que hable menos y trabaje más, que no imponga la política del miedo y la represión, que acepte críticas y respete la opinión ajena, que tenga un grupo de trabajo eficiente y que se duela cada día por mejorar el país. Que utilice el poder para enriquecer a todos no para beneficiarse a sí mismo ni a sus allegados, que no reciba sobornos para extender contratos ni para expedir leyes que beneficien a sus aliados o socios estratégicos, que no tenga cuentas secretas en Suiza ni en los paraísos fiscales, que permita que le fiscalicen, controlen y auditen en cualquier momento porque no tiene nada que esconder, un hombre de bien, valiente, disciplinado y leal con su pueblo, que tenga conciencia social.