Cada día del año luchamos con los problemas que la vida nos trae, a ellos les ponemos esfuerzo, sacrificio, renunciación, dedicación para salir adelante, esfuerzo para no dejarnos vencer y afrontar con resolución nuestras adversidades, sacrificio cuando lo que hacemos con esfuerzo va a beneficio de la familia, muchas veces en las necesidades vitales o para aprovechar las oportunidades o reconciliar a la familia a base de comprensión y entendimiento, el amor a la familia nos obliga a hacer renunciaciones para alcanzar metas mayores, la dedicación y la diligencia llevarán a estos triunfos familiares.
La luz de la Navidad abre una puerta más llamada esperanza, también va para aquellos que todavía dudan de como salir adelante, deben acudir a su corazón, quién siempre defenderá las razones de vida y existencia, ayudará a abrir los ojos ante las bellezas que el mundo nos ofrece, a través de sus espectáculos naturales, o de mirar las cosas sencillas que nos acompañan al caminar o al concentrarnos en los milagros de la naturaleza con sus eternas transformaciones que nos hacen sentir porqué estamos en este mundo y nos contagian con el esplendor que demuestran.
Si al mirar nuestro corazón se despierta, entonces comenzamos a comprender lo que es el amor, mandamiento necesario para una coexistencia pacífica. La Navidad nos ayuda a cada uno de nosotros a comprender que sin amor no hay vida, sin embargo a pesar de nuestra ceguera, el amor triunfará y con ella la luz y el espíritu de la Navidad.