Hace décadas germinaron en América Latina, gobiernos autoritarios, oprobiosos y corruptos, imponiendo falsas ideologías y supresión abusiva de libertades. Los Castro, en Cuba; los Chávez-Maduro, en Venezuela; en la Nicaragua de Ortega, con herencia sandinista; Morales, en Bolivia y por supuesto Correa, en Ecuador y largos etcéteras. Todos embobados con el Socialismo del Siglo XXI.
Lo sucedido en Venezuela, con otro fraude escandaloso y controversial en elecciones del “especialista” Maduro, es la continuación de la tragedia social, política, económica y de la más dolorosa crisis humanitaria que vive ese país.
Similar panorama se presenta en Nicaragua con el dictador y genocida Ortega.
Venezuela y Nicaragua, son pueblos que anhelan el ideal de una sociedad democrática y libre, en la cual puedan vivir en armonía y con iguales oportunidades y derechos. Pero esa legítima aspiración se ve truncada por la fatídica presencia de dictadores que impiden la convivencia pacífica. Cuentan además, con estamentos sumisos y cómplices, como los Consejos Electorales y Asambleas, pero para el expresidente Correa son una maravilla y funcionan a la perfección, solidarizándose con el régimen corrupto de Maduro. Inaceptable la presencia de este señor en ese país. ¡Qué poca dignidad y vergüenza! Se suma a esto, la triste y penosa posición de autoridades ecuatorianas, con pronunciamientos tibios y ambiguos. Nosotros, el pueblo, somos solidarios con la causa venezolana-nicaragüense. Esperamos una respuesta positiva y frontal, que dignifique al Ecuador entero.