Un fenómeno interesante está ocurriendo dentro de la política nacional e internacional respecto a la incursión de las mujeres en el difícil campo de las actividades políticas desde el siglo pasado hemos observado su creciente presencia en los altos mandos de los gobiernos, su determinación para afrontar con solidez y argumentos positivos los graves y controvertidos problemas que aquejan a sus pueblos. Vemos cómo jóvenes mujeres se esmeran en seguir las diferentes carreras universitarias y poder convertirse en actoras visibles del desarrollo económico, social, cultural, diplomático, político, empresarial, deportivo, etc., con su inteligencia, perseverancia, gran intuición, trabajo incansable y seguridad de sus triunfos.
Tenemos muchos ejemplos en América Latina, actualmente son presidentas en Brasil, Argentina y la reciente electa en Chile, hay infinidad de funcionarias en puestos claves y en los gabinetes ministeriales de muchas naciones donde han demostrado su solvencia intelectual y su preparación para el desempeño de sus labores. En nuestro país es claro y evidente que desde la instauración del Gobierno de la revolución ciudadana la incorporación de las mujeres en la vida política ha sido muy importante no sólo en el número sino también en altos cargos y manejos de áreas estratégicas del Estado, pues su opción ha llegado para demostrar que son capaces, personas solventes y responsables.
La base para llegar a esas alturas es sin duda la preparación e ilustración que han recibido durante sus estudios universitarios de tercer y cuarto niveles. Las mujeres son grandes consejeras, realistas y futuristas, su intuición y tenacidad les permite sobreponerse a cualquier adversidad, no sería nada raro que en el futuro tengamos una Presidenta y sea la redentora de nuestro bello país.