Cuando yo era una niña, hace muchos años, existía un juego llamado “muévanse las frutas” y consistía en ponerle a cada niño el nombre de una fruta, cada uno ocupaba su lugar; la persona que dirigía el juego, las nombraba alternativamente y el niño nombrado tenía que ponerse de pie, girar y volver a sentarse; el que se equivocaba salía del juego.
Pues hoy este jueguito se repite cada año en Carondelet, la diferencia está en que el nombrado se levanta, gira y se sienta en otro lugar; también hay otra diferencia, nadie sale del juego por mucho que se haya equivocado. Qué pena que el Presidente no disponga más que de ese reducido grupo para acompañarle en su Gobierno y que por mucho que los recicle y los haga girar, el país no se beneficia absolutamente en nada.