La democracia en un país se la ejerce cuando en las instituciones públicas y privadas apartándose de la politiquería comprometida en pagar favores y beneficios a sus conmilitones practican la meritocracia para sustentar la estructura administrativa, económica y de planificación de una institución; no está mal que los gobernantes de turno impriman su sello de gobierno con un equipo de profesionales técnicamente preparados para alcanzar objetivos reales y ejecutables y con resultados, apoyar la campaña electoral del candidato o partido político ganador no les da ningún derecho para contratar personas sin los conocimientos ni la preparación necesarias y sin que previamente hayan participado en concursos de merecimientos y oposición en igualdad de condiciones con todos los aspirantes para un puesto de trabajo, eludir los mecanismos de selección para colocar improvisados en cargos de responsabilidad destruye las instituciones y es el camino para la práctica de la corrupción. La meritocracia no es otra cosa que la participación de las personas en concursos de merecimientos y oposición en igualdad de condiciones, mecanismo de selección que obligatoriamente debe aplicarse en todas las institución del país, de acuerdo a leyes, normas y reglamentos sobre selección de personal, los organismos de control del Estado tienen la obligación de supervisar su cumplimiento para evitar toda forma de corrupción a pretexto de pagar favores.