Festejar el nacimiento de un niño es hermoso, pero asociarlo con el 30S es penoso, ya que lo que vimos los ecuatorianos fue a un Presidente convaleciente de una operación desafiando a un grupo de policías insubordinados, abriéndose la camisa y pidiendo que le maten. Más tarde veíamos la batalla campal en las inmediaciones del Hospital Metropolitano y el de la Policía sin respetar nada ni a nadie, imágenes que dieron la vuelta al mundo.Por promesas no cumplidas, ahora en cambio vemos a un pequeño vacunado para que goce de una vida sana: un pinchazo, una gota de sangre y una bandita. Esperemos que cuando el 30S caiga en el olvido, la selva amazónica se haya desangrado y la naturaleza nos pase la factura a todos los ecuatorianos y estos niños tengan ya su criterio formado, se den cuenta que fueron utilizados para conmemorar acontecimientos tristemente célebres.