Las imágenes que nos han ofrecido los canales de televisión a propósito del atraco en el Quicentro Sur, nos hace ver de cerca la realidad de todos los días: inseguridad y más inseguridad en las calles, en las que seres inocentes que la transitan, están o estamos expuestos a la frialdad de estos delincuentes, los mismos que de ninguna manera son producto de una sociedad en crisis (como se nos quiere hacer entender) sino que son producto de esa vagancia inveterada y el deseo de la vida fácil a costa del hurto, del robo, del atraco, del sicariato y del crimen.
Desde luego que no es la única ciudad en el mundo en la que se observan a diario estos desmanes violentos y fatales a la vez, pero sí es una invitación para que -quienes tienen en sus manos la aplicación de ciertas leyes – sea hora de que la codena para el delincuente y asesino comprobados sea sumamente dura; pues es conocido que estos infames sin alma saben que, de llegar a ser capturados por la Policía, nunca falta la habilidad judicial de toda índole para dejarlos en plena libertad, con la sonrisa de oreja a oreja, y volver al día siguiente a las calles a seguir en sus fechorías, robando y matando gente sin piedad.