Sin precedentes históricos, este 22 de abril más de 600 ciudades del mundo se unieron en una celebración por la ciencia. Solamente en Washington DC se presentaron cerca de 40 000 científicos, profesores, académicos y amantes de la verdad, en una reclamación para que la política de la nación más poderosa del mundo se fundamente en la razón y la evidencia.
La marcha es respuesta a una política de desinformación y burocracia, que restringe el conocimiento científico e impone agendas ideológicas que amenazan al Mundo. Negar la realidad del cambio climático, dar apoyo a campañas en contra de la tecnología de las vacunas, desacreditar el consenso científico, pero sobre todo tomar decisiones estratégicas en base a una ideología desinformada, sin sostenerse en datos y evidencia, son razones del reclamo en la Marcha por la Ciencia.
Esta fue una festividad que parece haber estado reservada solamente para los países del norte. Nuestras ciudades en Ecuador estuvieron ausentes, sus científicos silenciosos y ausentes; ¿quizás ocupados de otros problemas, más caseros y urgentes? De cualquier forma e independientemente de la nación de que se trate, una sociedad logra una cultura política conductiva a la ciencia cuando hay puentes de comunicación entre sociedad y científicos.
Tal como el arte, la ciencia debe salir al mundo exterior, dejar de ser exclusiva de revistas especializadas y compartir su trascendencia para la vida diaria con toda la sociedad.