Manuela Sáenz, heroína quiteña de la causa emancipadora, llamada ‘La Libertadora del Libertador’, hubiese dicho:… ¿Quién le otorgó el poder y la facultad, a usted señora Gabriela Rivadeneira, para que entregue una presea que lleva mi nombre, a alguien que no la merece y no es digna de ella?; ¿Cómo así lo hizo a nombre del pueblo ecuatoriano?
El adulo, el servilismo, el rendir pleitesía y la insensatez, ha llegado a límites realmente intolerables de esta Asamblea Nacional, que merecen el rechazo y repudio del pueblo ecuatoriano, menos por supuesto, de los que están cobijados bajo esa desgastada bandera del Socialismo del Siglo XXI.
Una presea entregada, así porque así, es una bofetada y ofende la dignidad de quienes no comulgamos con las ideas equivocadas de politiqueros socialistas. La mayoría de este cuerpo colegiado (AP), están convencidos de que todo lo que hacen está bien. Menosprecian y se burlan del resto, cuyas opiniones, razonamientos y criterios no cuentan. Son tan insensibles y prepotentes que la soberbia es su principal atributo. Es inadmisible e inaceptable, que crasos errores como este, de premiar a una ex jefa de Estado, acusada de gravísimos actos de corrupción, sigan empañando la ya deteriorada política internacional del país.