Es conocida como la niña más valiente del mundo, pues desde los 11 años lucha por el acceso a la educación de las niñas en Pakistán donde los talibanes se oponen a que ellas tengan ese derecho. Esa lucha ya le ganó un tiro talibán en la cabeza y pese a las amenazas contra su vida, Malala no claudica, lo que la convierte en un referente para la juventud mundial. Por ello, la comunidad internacional ha sabido reconocerla de muchas maneras. El Parlamento Europeo le otorgó el Sakharov, premio que se entrega a quienes defienden la libertad de pensamiento. Fue también una de las favoritas para ganar el Nobel de la Paz y algún día lo logrará. El solo hecho de haber sido nominada al Nobel nos reafirma que todos los niños y niñas de este mundo tienen derecho a la educación, sin distingos de ninguna clase. La lucha de Malala me recuerda con pena aquel comentario del Sr. Presidente cuando dijo que las niñas iban a colegios privados para encontrar maridos. O, peor aún, ese otro mucho más vergonzoso y repugnante de aquella que mandó a comer estiércol a una buena parte de sus conciudadanos.