El monte excelso de la virtud, está formado al revés de todos los demás montes. En los montes materiales son amenas las faldas y ásperas las cimas, pero así como se va subiendo por ellas se va disminuyendo la amenidad y creciendo la aspereza.
En cambio el monte de la virtud tiene desabrida la falda y graciosa la cumbre. Al que quiere arribarle, en los primeros pasos no encuentra sino piedras, espinas y abrojos, pero conforme va ascendiendo, se va disminuyendo la aspereza, se va descubriendo la amenidad, hermosas flores y cristalinas fuentes.
El primer tránsito es sumamente trabajoso y resbaladizo. Oye a sus espaldas los blandos clamores de los deleites, que le dicen ¿es posible que nos abandones?, ¿es posible que te despidas y ausentes de nosotros para siempre?
No obstante, camina afligido un poco, talvez interrumpiendo el paso algún tropiezo, ya va hallando menos aspereza la senda, ya los clamores de las delicias terrenas hacen menos impresión, por que se oyen de más lejos.
Las incomodidades de la vida, las borrascas de la fortuna llueven sobre los que habitan los humildes valles del mundo.
Pero no llegarán jamás a los que ascienden al monte de la virtud, no se dejen perturbar jamás la parte superior del alma.
Todos los desvelos, angustias y dolor por los que habrán pasado en su trajinar estudiantil, se verán recompensados con la fructificación de la semilla, al ver sus sueños realizados, al ver culminados sus anhelos.