Es evidente que el ínfimo precio de la bombona de gas de uso doméstico ha causado dos realidades, por una parte el desperdicio del producto en actividades más bien recreativas, y por otro, de mucho mayor efecto, el contrabando por las fronteras. Se dice que una de cada tres bombonas sale por las fronteras en beneficio de las mafias del contrabando y de los consumidores foráneos.
El Gobierno actual, como los anteriores, han tenido miedo de tomar al toro por los cuernos y subir el precio del gas en forma mesurada para reducir un subsidio que no es sostenible y que a corto o mediano plazo perjudica al país.
Propongo que el precio de la bombona de gas sea equivalente al precio de la botella de licor: si los del estado llano, que tanto les preocupa a los mandatarios, pueden beber una botella de licor por semana bien pueden pagar lo mismo por una bombona de gas por mes.
Esta forma de indexación es entendible para todos, sube el precio del trago, sube el precio del gas, estoy seguro que no habrá argumento válido en contra, que no sea que el pueblo no toma, lo cual ante la enorme venta de botellas de licor popular, no tiene asidero.
De aplicar esta fórmula hoy el precio del gas sería de más o menos 3 a 4 dólares por bombona, enorme reducción del subsidio y en consecuencia necesidad de menos impuestos confiscatorios como los que se pretende, por ejemplo a los vehículos.