Esta frase del escritor judío Orzion Yizhai, es una verdad más cierta que el mismo templo de Salomón. Pero ¿qué es el alma en la literatura? El alma es ese fundamento, es esa razón profunda, tal vez la sin razón, que le lleva al escritor, al poeta, al dramaturgo a buscar su liberación, frente a lo erebo de la vida. siempre será dura la tarea de alzarse sobre las medianías y fumigar los torviscos que por odio y malignidad pretenden acabar con el aire que corre por las mejores voluntades.
La mejor literatura será la que se ha instaurado con heroicidad ante el dolor. ¿Cervantes, acaso no escribió el Quijote desde una prisión?¿ Fedor Dostoyevski no fue acaso un postergado del destino? y ¿Víctor Hugo, que aparentemente lo tenía todo, no fue acaso un huérfano de amor en su hogar? Y así podríamos decir del poeta místico San Juan de la Cruz o del irreverente Charles Bukowski y de la gran literatura árabe, judía, latinoamericana. El poeta Olmedo, en ese poema inigualable ‘Alfabeto para un niño’, nos dice: “Libertad oh dulce nombre, hermoso y celeste don, tú eres la misma razón, tú eres el alma del hombre”.
Los libros tienen alma porque muestran una vida llena de razón, la razón es cordura y tiende a la justicia y, por lo tanto, se revela contra las antinomias de la felicidad, odios y tiranía se evidencian en su fuero. Vargas Llosa con razón dice que “la literatura se alimenta de la carroña”. Pero la Gran Literatura (así con mayúscula) no solo muestra, sino que en medio del dolor y la sangre, nos deja un espacio para la ternura y la reflexión, en definitiva nos purifica.
Pienso en los cuentos de la baronesa Karen Blixen. Para concluir diré: si de un libro no sales liberado es porque no ha tenido aire, que es fuerza necesaria del amor: “Non bene protor libertas venditur auru” (Cita de Cervantes).