Hay leyes que el Gobierno no puede manipular. La primera ley del movimiento de Newton explica que todo avanza en dirección uniforme, a menos que sea obligado a cambiar su trayectoria por una fuerza externa. Nada cambia por sí solo sin resistencia opuesta. Esta ley física (de inercia) parece condenar al proyecto re-centralista oficial, cuya fuerza ha sido contrarrestada por el poder local, que se cruzó en las urnas. Las nuevas autoridades elegidas desde la periferia deben unirse, articular la causa autonomista, empoderando a los municipios y prefecturas en la defensa de todo lo logrado contra la inercia centralista, disfrazada de “revolución ciudadana”.