Según el DRAE, es “La que se emplea con desigualdad, aplicándola estrictamente a unos y ampliamente a otros”.
Esta es la típica actitud de los gobiernos autoritarios, quienes se dedican a la ingrata tarea de dictar al margen de la ley, normas con dedicatoria para sus protervos fines, valiéndose de cualquier recurso para allanar su camino y dificultar el de sus oponentes.
El país ha tenido que soportar innúmeros cambios de jueces, especialmente a nivel de la ex Corte Suprema de Justicia, ahora mal llamada Corte Nacional de Justicia. Históricamente el tirano de turno, ha inaugurado por reiteradas ocasiones una nueva justicia (…).
Las causas pendientes, siguen creciendo en forma incontrolable y en lugar de irlas despachando en orden, se prefieren a ciertos juicios que se mueven por influencias. Es muy fácil decir que se moderniza la justicia. Un juez competente, por fuerza, antes de dictar sentencia debe estudiar meticulosamente foja a foja, cada causa y para esto no hay técnica que valga más, que la buena y profunda lectura. Desde 1997 se han nombrado cinco Cortes, cada cual prometiendo ‘cambiar la justicia’, excusa con sabor a mentira. En esta última ocasión, la nueva Corte estuvo manejada, por un triunvirato y dizque por un veedor importado, como si no hubiéramos competentes y honestos abogados nacionales. Respecto de B. Garzón, digo: ‘No hay peor veedor que aquel que no quiere ver’, a pesar de recibir la friolera de USD 550.000 y hasta ver sus finas letras (…).