Es la que tiene sillas a su alrededor según el número de comensales, cubiertos, servilletas de tela, aderezos y hasta ají, pero la que dejó Correa era paupérrima, con un aroma insufrible que solamente la ex jefa de la Asamblea identificaría y que los invitados se negaron a compartir. Al final el Presidente sentenció que no había tal mesa porque faltaba todo y que el dueño del cuarto no había actuado con mesura en las cuentas. Abandonó el comedor diciendo que afuera se sentía feliz, gozaba de libertad y que los ovejunos entrarían en razón.
Con cuatro palabras Moreno develó una farsa que duró 10 años y que engañaba a la gente con que la crisis era un mito, que la economía estaba saneada y que la revolución seguía adelante pese a los ataques de los ricos que esconden la plata mal habida en los paraísos fiscales. Ante la cruda realidad de la quiebra, vienen los apuros y las preguntas: ¿Cómo solucionamos el problema?