La corrupción o acción de depravar en cualquiera de sus formas: sobornar, pervertir, obtener favores ilícitos a cambio de dinero, obsequios, tráfico de influencias, prebendas, malgastar el dinero del estado, extorsionar, defraudar, no cumplir con las funciones encomendadas, aceptar un cargo para el que no se está preparado, utilizar en provecho propio los bienes públicos, abusar del poder para obtener ventajas ilegítimas, entregar dinero a funcionarios públicos para ganar licitaciones o evitar clausuras, etc. vulneran los derechos humanos de los ciudadanos, porque entraña la violación del derecho de igualdad ante la ley y vulnera los principios democráticos de un país llevándolo a la sustitución del interés público por el privado.
Ser honesto es una cualidad en la escala de valores de la humanidad y respetar los bienes ajenos es una virtud, para administrar la cosa pública hay que saber que lo que no nos pertenece debe ser tratado con pudor. Nombrar funcionarios y trabajadores capaces, competentes y honestos es responsabilidad y obligación de todo administrador que conoce el significado de la ética y la moral, solo así se hace instituciones eficientes y exitosas.
¿Hasta cuándo con el pretexto de contar con gente de confianza se puede seguir eludiendo los procesos de selección y reclutamiento de personal establecidos en la ley?, ¿Cómo justificar el sueldo de personas que no saben, no entienden o nunca asisten a un puesto de trabajo?, ¿Cómo realizar alguna actividad con responsabilidad si la sumisión, el miedo y el temor no les ha permitido desarrollarse como personas?
Transparencia Internacional ubica al Ecuador en el grupo de los países más corruptos del mundo, ¡qué vergüenza! El miedo, el silencio o la indiferencia también son formas de corrupción, los errores de buena fe solo existen en las mentes populistas.