Julio Andrade

Hace 100 años fue asesinado el general Julio Andrade. Fue un luchador sin miedo, noble y leal, dispuesto a todos los combates que la vida le proponía, abriendo, con su espada y su palabra, caminos para el Ecuador que nacía al mundo.
Hombre de orientaciones amplias, cubierto por la coraza del patriotismo, ejerció siempre las múltiples funciones oficiales que le fueron entregadas, con la sabiduría y la nobleza que solo traen las mentes y los corazones escogidos.
Militar, legislador, diplomático, estadista, Ministro, candidato a la Presidencia de la Nación, siempre se escuchó su voz de fuego para los hechos críticos de la política, siempre demostró los valores y el liderazgo que permitían mirar para el futuro objetivos de paz, unidad y desarrollo. Su muerte no fue “encontrada”, fue planeada y ejecutada para sacar de la senda pública la roca que estorbaba el paso de los traidores. Dos meses antes caía el general Eloy Alfaro. ¿Coincidencia o trampa histórica por la ambición al poder de algunos? Ya las crónicas traspasando el tiempo lo comentaron y las siguientes generaciones lo juzgaron. Paz en la tumba de dos héroes que dejaron como dotes el valor y el genio de hombres sin mancha.

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