Ocho años después de apoyar al poder, Ayala Mora, Borja, Acosta y demás intelectuales dicen que “el gobierno no es de izquierda”.
El populismo marxista copió la fórmula de la derecha reduciendo el Estado a corporación al servicio exclusivo de su clientela electoral. Para los amigos del partido: contratos, cargos y privilegios cortesanos. Para el resto: amenazas, demandas y cárcel. La plata “de todos” otra vez financia el buen vivir de unos pocos, sin rendir cuentas.
Thatcher decía que “el socialismo funciona hasta que se acaba la plata ajena”. El bolsillo de la izquierda como el de la derecha se llenan con la vieja fórmula del negocio político: socializar pérdidas, privatizar ganancias.