El desarrollo del ITT no incluye el control de la extracción del agua de formación. Al inicio la producción de petróleo es alta, pero como en el yacimiento el agua se mueve de 30 a 50 veces más rápido que el crudo, con el tiempo su volumen crece, los pozos se convierten en productores de agua, se los cierra y se abren más plataformas para perforar nuevos pozos y reemplazar los cerrados.
Como esta alternativa casi ha sido agotada, a más pozos les espera similar destino. Así en el caso del Bloque 16, el 50% de los pozos han sido cerrados, y al momento de cada 100 barriles extraídos 95 son de agua y 5 de petróleo. Campos como Villano, Edén-Yuturi y otros, van en la misma dirección.
Similar futuro le espera al ITT si es no se controla la amenaza del agua, que reduce la certeza de que se extraigan las reservas calculadas. Si se produjeran los 1.672 millones de barriles de crudo, para un promedio de 4 barriles de agua por 1 de petróleo extraído, se extraerán 6.688 millones de barriles de agua, cuyo destino es confinarlos en el subsuelo, en formaciones que contienen agua de baja o nula salinidad. Sin control de agua, el mantener la producción exigirá ampliar la frontera petrolera con nuevas plataformas y sus respectivos pozos.
Escenario que posibilitaría el incumplimiento de la Resolución de la Asamblea que limita al 1/1000 de la superficie del Yasuní el área a ocuparse para la actividad extractiva. De escogerse la inyección del agua en los yacimientos de petróleo, al aumentar la viscosidad del agua, se lograría que el petróleo fluya más fácilmente. Si ello ocurriera, las reservas se incrementarían así como las ganancias económicas del proyecto.