A los pocos días de haberse inaugurado el intercambiador de la Av. de los Granados y Eloy Alfaro, con mucha indignación y pena podemos constatar que el mismo no cumple con las expectativas de solución vial que tanto se esperaba y que el I. Municipio de Quito, con mucha alharaca, lo pregonaba. La explicación es muy simple: está mal diseñado.
Todos los sufridos conductores que vienen del valle de Cumbayá y Tumbaco (sobre todo en horas pico), se topan con dos semáforos (léase obstáculos): el del redondel del ciclista, y el de la Granados y Eloy Alfaro. Cualquier persona, sin preparación ni título académico, pero con un poco de sentido común podía haber deducido que para lograr fluidez vehicular, tenía que haberse suprimido al menos un semáforo, el de la intersección de la Granados y Eloy Alfaro, al ser prácticamente imposible eliminar el del redondel del ciclista.
La solución entonces era, que en esa intersección los vehículos que circulan por la Av. de los Granados de este a oeste y viceversa, pasen por un paso deprimido directamente hacía la Av. 6 de Diciembre y también, con una bifurcación, hacia la Río Coca, sin interrumpir la circulación por la Av. Eloy Alfaro. (Obviamente esto es más fácil explicarlo en una pizarra que con palabras). En definitiva, con pesar pero con mucha convicción, debo afirmar que se ha botado nuestra plata en ese adefesio de intercambiador.