Con frecuencia leo las cartas en este Diario, en ocasiones me identifico con las experiencias que se comparten; sin embargo hay algo que me molesta y es el irrespeto, la crítica maliciosa, sobre todo cuando surge por desconocimiento. Antes de hablar deberíamos asegurarnos de no mentir. Hace poco leí una carta de un excandidato a concejal de Quito quien, aparentemente entrena en el parque Bicentenario y manifiesta que este se encuentra abandonado, comenta su frustración personal: se queja del viento, del frío, del sonido de los columpios; hace metáforas que a mi juicio resultan hiperbólicas, porque sataniza al pobre parque. “Ir al Bicentenario es un verdadero cuento de miedo” dice ¡Menos mal no ha ido a las 04:30! Cuando entrenan varios grupos de corredores y ciclistas, capaz y culpa a la administración de la oscuridad de lo frío que es Quito en la madrugada. Lo peor es que nos termina culpando de esta serie de “desgracias” a los ciudadanos, a quienes nos trata como “los pendejos”, porque a su juicio somos pendejos cuando elegimos a nuestros gobernantes. Yo no soy ninguna pendeja, voté consciente por el alcalde actual y no me arrepiento.
A la carta de Fernando Esparza le sobra negatividad y desconocimiento/desinformación, porque no sabe que el Bicentenario se construirá paulatinamente, utilizando la tierra de la obra del metro. Fernando, como buena vecina le voy a dar un consejo: vaya dese una vueltita en La Carolina, juegue en las nuevas canchas, use la pista azul que es gratis; si quiere regresar al norte vaya en Bici Quito, si no le gustan las cuestas, trépese en la bici eléctrica, también son gratis. Si quiere correr en el Bicentenario, vaya a las 06:00, a esa hora no hay viento y empiezan a salir los primeros rayos de sol que a uno le ayudan a correr motivado. Yo he visto obras en el parque donde varios deportistas entrenan a diario, no creo que estén incómodos y tampoco, que estén de acuerdo con que se les llame pendejos.