El presidente Correa lo denominó ‘La década ganada’. En mi opinión, fue una sabatina más, dando “cuentas a los mandantes”, no de la semana sino de la década pasada. En esta comparación, naturalmente, estoy conservando la debida distancia en cuanto a las descalificaciones y ofensas a quienes no están de acuerdo con el Ec. Correa.
Es verdad que hay mejoras en la infraestructura de carreteras, puentes, escuelas, obras hidráulicas, pero es imperdonable que cuando fuimos ricos (más de USD 100 por barril de petróleo), no se ahorró guardando un porcentaje para imprevistos, que ahora nos hubiera servido para aliviar la crisis, tanto por la baja del crudo como por el desastre del terremoto del 16 de abril.
Ahora, los ciudadanos tenemos que pagar, con impuestos, por varios años, una deuda de USD 36 mil millones, según analistas.
El petróleo ya no se vende, sirve para pagar en crudo a los prestamistas del dinero. Con manipulación de números y estadísticas, se niega el monto de la deuda, se desconoce el incremento de la pobreza, del desempleo, de la corrupción. Se asegura que los impuestos solo afectan a los ricos y pelucones.
La realidad es distinta; no se puede ocultar lo que se ve, lo que se siente, lo que sufren los más pobres. De qué ¡década ganada! se puede hablar en positivo, pero sí en negativo: No hay democracia, los poderes del Estado están controlados por el Sr. Correa; la Asamblea parece una oficina del Ejecutivo; no hay libertad de expresión, hay persecución a los periodistas y medios independientes. La ‘década ganada’ es una década perdida, con consecuencias graves para el futuro.