Uno de los pilares fundamentales de toda sociedad que se precie de ser civilizada es la justicia, que es la madre de las virtudes, pues donde hay justicia hay todo. Pero ¿qué pasa en nuestro país?
La medicina y la justicia en el Ecuador están de luto. La primera porque se ha violentado a uno de sus miembros, el Dr. Carlos López quien ha ejercido su profesión con honestidad, calidad humana y profesionalismo, como lo ha demostrado hasta la saciedad. Por ejercer su noble misión el día 12 de enero fue apresado de la forma más ruin y con una sentencia por demás inverosímil.
La justicia está de luto porque varios de sus integrantes la han mancillado, porque no la han sabido ejercer, no han sido elementos probos, la historia y la vida se encargará de juzgarlos.
Jueces que no ejerzan justicia pueden ser cualquier cosa, menos jueces. Denigran a su clase y a la sociedad pues someten su formación y la confianza de todo un pueblo que espera justicia, agachan la cabeza ante designios por mantener su puesto, estatus o responden a compromisos. ¿Cómo pueden mirar de frente a sus hijos y conciudadanos? ¿Con qué calidad moral pueden impartir justicia en su diaria función sin han sometido su criterio y su integridad al servicio de intereses no develados?
Es lamentable que la credibilidad de un proyecto político en el que creímos, se derrumbe poco a poco por la acción de estos elementos que no han sabido estar a la altura de sus sagradas funciones; y a igual que otros corruptos de otras funciones del Estado están contribuyendo a que el sueño y la esperanza de una sociedad justa termine por ser una quimera.
En mi calidad de médico, compañero y amigo del Dr. Luis López, elevo mi voz de protesta, que también es la de muchos colegas y conciudadanos, por este atropello que insulta a lo sagrado de nuestra misión que es la de dar atención médica y preservar la vida de todo ser humano. Existe indignación e impotencia frente a la forma irresponsable como se está manejando no solo la justicia, sino varios sectores de nuestra sociedad.