La población envejece rápidamente en el mundo, en los próximos 5 años en el planeta habrá más personas mayores de 65 años que niños menores de 5 años, así dicen las estadísticas de varios estudiosos en la materia, además en pocos años el número de personas mayores de 80 años será superior a los 400 millones y de 60 años pasarán de 600 millones.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), garantiza los cuidados y atención para las personas de todas las edades a fin de que puedan llevar una vida sana, activa y productiva, ser útiles a la sociedad, sus familias y la comunidad. ¿En el Ecuador qué se ha hecho para garantizar este derecho universal, humano y social para con sus habitantes?
Los esfuerzos son aislados, algunos municipios, ONG y voluntariado hacen esfuerzos por rescatar la dignidad de quienes ofrecieron los mejores años de su vida al crecimiento del país. Hoy, quienes pasan de 30 años son obligados a renunciar sus puestos de trabajo, no importa si han cumplido los años de servicio necesarios para alcanzar una pensión por jubilación o si pueden acceder a los servicios de salud, para eso están los hospitales públicos que carecen de especialistas y medicinas, tampoco importa si tienen o no donde realizar actividades de recreación, capacitación o utilización del tiempo libre, para eso está la familia del despedido o el propio jubilado que debe solucionar esta falta de servicios. Antes se agradecía al trabajador por transmitir sus conocimientos y experiencia a las nuevas generaciones.
En tiempos de revolución “el viejo” debe irse lo antes posible, no importa si accede a los beneficios de jubilación o a un buen sistema de salud, lo importante es el puesto que servirá para pagar favores políticos. El pesado e ineficiente sistema de salud, pensiones y jubilación es una amenaza para la población que envejece y para los teóricos que piensan en la eterna juventud.