La inconformidad

Me gustaría compartir algo que he podido advertir en la mayoría de mis hermanos latinoamericanos conocidos por tierras extranjeras. Aparte de estar unidos por el mismo idioma, he notado -un poco triste-una característica que también nos distingue: la inconformidad.

Esa inconformidad que nos lleva a hablar mal del vecino, amigo, dirigente, profesor, asambleísta, alcalde, presidente, etc. Y que refleja muchas veces nuestra falta de autoestima e identidad, al pensar que siempre los demás lo están haciendo mejor. Sin embargo, conociendo el problema y asumiéndolo, creo firmemente que esa inconformidad puede ser llevada de una manera positiva. Ya que esta es la fuerza motora para el progreso de una sociedad, siempre y cuando sirva como pauta para la innovación y el cambio.
Aunque no todos partimos desde el mismo punto de salida, avanzar en la carrera de la vida siempre estará ligado al trabajo duro e individual, aplicando la primicia: “trabaja por ti y por los demás, sin importar los demás”.  

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